
El propósito de la Alquimia es elevar toda materia a nivel de espíritu o luz. Busca corporizar la inmortalidad, crear un vehículo inmortal que pueda continuar manifestando la maestría. La materia posee diversos niveles de densidad y vibración que oscilan hacia frecuencias infinitas, incluyendo lo etérico y síquico, el sonido, las graduaciones ultravioletas de luz y color.
Más allá del magnetismo (que incluye fuerzas físicas, mentales, emocionales y síquicas) existen pulsaciones más intensas y superiores manejadas por la divinidad en sí y no por la personalidad. Las sustancias materiales manifestadas por la gravedad y el estado físico son energías positivas (sólidas). El conocimiento de la divinidad es el eslabón entra las polaridades del espíritu y la materia, de lo positivo y lo negativo. Asi como toda fuerza superior controla a la inferior, el conocimiento que se expresa a sí mismo por una mente superior está actuando con vibraciones más elevadas, (con fuerzas vibratorias), que las de cualquier velocidad de naturaleza física. De esta manera es capaz de controlar todo tipo de naturaleza y sus procesos naturales, incluyendo la muerte y la vejez.
Tener consciencia de una mente superior permite un estado de sabiduría más allá del intelecto que encierra todo el conocimiento porque es fuente de todo conocimiento. No le preocupa el método o el proceso sino la causa, el ser. Es la divinidad: “Yo Soy”. La mente superior es la suprema presencia de nosotros mismos cuando estamos completamente presentes en el momento, con todas nuestras facultades y energías.
El poder del sentimiento es más difícil de asimilar. Tenemos la capacidad de sentir que va más allá de la emoción o las sensaciones. El poder y la respuesta generados emocionalmente son enormes. Proporciona el combustible para toda la creación. El mundo, definitivamente fue creado por amor, Dios es amor. No existe mayor fuerza que el amor. Es potencia máxima de energía porque es una concentración de pureza, y la pureza es una forma de luz cósmica o quizás antimateria, que no solo se atrae a sí misma, sino que simultáneamente irradia. El amor es pues, una fuerza que cohesiona y eterniza una actividad que se mantiene a sí misma. El amor es tal concentración de la energía del sentimiento que donde quiera que se dirija producirá actividad instantánea y hará cumplirse los deseos.
El poder de la palabra hablada, crea el campo de resonancia para la manifestación y la materialización. Aunque la palabra hablada es responsable del equilibrio o de la perturbación de nuestros mundos, casi no se la considera un poder.
El mecanismo funciona así: el pensamiento, como un negativo, es proyectado por la emoción, formulado por la palabra hablada. El sonido y la palabra hablada (que es vibración) proveen material de creación.
Los decretos y afirmaciones se expresan visualmente por símbolos. Durante milenios se perdió el arte de utilizar el tono y diapasón correctos, así como palabras que sellasen el sonido, pero se está recuperando a través de trabajos de experimentación de ultrasonido.
La creación empieza con una intención y se vuelve forma, usando los tres poderes.
El resultado práctico de la alquimia interior es que nos enseña el arte de transformar la energía destructiva en constructiva: El odio o la rabia se convierten en amor. La sexualidad y la posesión se transforman en sensibilidad y libertad, el miedo en creatividad y alegría. De esta manera, la energía no sólo se conserva, sino que llega a grados vibratorios más elevados, fusionándose a un sistema que se prepara gradualmente para frecuencias cada vez más intensas.
Poseemos un cuerpo emocional de energía completamente ajeno al campo mental y veremos cual es su anatomía. ¿La del cuerpo mental? ¿De los campos energéticos, físicos y etéricos? ¿Cómo bajamos nuestro poder, nuestro discernimiento, nuestras fronteras? Traficamos, vendemos, negociamos nuestra energía creando híbridos y deformas sin saber como o porqué lo hicimos ¿Por qué?
La Alquimia Interior nos enseña como encajar cada parte en un cuadro central. ¿Cuál es la verdadera función de los chakras? ¿De los siete rayos? ¿De los siete cuerpos? ¿Cómo erradicar para siempre la rabia y el miedo a nivel medular? No es lo que aprendemos sino como lo aprendemos lo que afectará a nuestras vidas y como integramos este conocimiento a nuestras actividades diarias. Existen muchas técnicas que nos pueden servir en este camino, todo depende de la pureza y maestría de quién las utiliza. ¡Conócete a ti mismo! El estudio de la alquimia interior es el estudio de uno mismo. Aceptamos que dentro de nosotros hay una réplica del universo. Somos fuente de todos los universos. Estudiando nuestra anatomía, especialmente, los centros energéticos útiles, las fuerzas y circuitos, los campos vibratorios y el aparato transmisor y receptor, se vuelve a descubrir la interdimensionalidad, correspondencia e intercambio de lo manifestado. Existe una sola sustancia, una sola energía, una sola fuente. El hombre en su conexión con la divinidad está directamente ligado al espíritu y a la materia. Al primero sus facultades superiores y al segundo con su cuerpo físico.
Más allá del magnetismo (que incluye fuerzas físicas, mentales, emocionales y síquicas) existen pulsaciones más intensas y superiores manejadas por la divinidad en sí y no por la personalidad. Las sustancias materiales manifestadas por la gravedad y el estado físico son energías positivas (sólidas). El conocimiento de la divinidad es el eslabón entra las polaridades del espíritu y la materia, de lo positivo y lo negativo. Asi como toda fuerza superior controla a la inferior, el conocimiento que se expresa a sí mismo por una mente superior está actuando con vibraciones más elevadas, (con fuerzas vibratorias), que las de cualquier velocidad de naturaleza física. De esta manera es capaz de controlar todo tipo de naturaleza y sus procesos naturales, incluyendo la muerte y la vejez.
Tener consciencia de una mente superior permite un estado de sabiduría más allá del intelecto que encierra todo el conocimiento porque es fuente de todo conocimiento. No le preocupa el método o el proceso sino la causa, el ser. Es la divinidad: “Yo Soy”. La mente superior es la suprema presencia de nosotros mismos cuando estamos completamente presentes en el momento, con todas nuestras facultades y energías.
El poder del sentimiento es más difícil de asimilar. Tenemos la capacidad de sentir que va más allá de la emoción o las sensaciones. El poder y la respuesta generados emocionalmente son enormes. Proporciona el combustible para toda la creación. El mundo, definitivamente fue creado por amor, Dios es amor. No existe mayor fuerza que el amor. Es potencia máxima de energía porque es una concentración de pureza, y la pureza es una forma de luz cósmica o quizás antimateria, que no solo se atrae a sí misma, sino que simultáneamente irradia. El amor es pues, una fuerza que cohesiona y eterniza una actividad que se mantiene a sí misma. El amor es tal concentración de la energía del sentimiento que donde quiera que se dirija producirá actividad instantánea y hará cumplirse los deseos.
El poder de la palabra hablada, crea el campo de resonancia para la manifestación y la materialización. Aunque la palabra hablada es responsable del equilibrio o de la perturbación de nuestros mundos, casi no se la considera un poder.
El mecanismo funciona así: el pensamiento, como un negativo, es proyectado por la emoción, formulado por la palabra hablada. El sonido y la palabra hablada (que es vibración) proveen material de creación.
Los decretos y afirmaciones se expresan visualmente por símbolos. Durante milenios se perdió el arte de utilizar el tono y diapasón correctos, así como palabras que sellasen el sonido, pero se está recuperando a través de trabajos de experimentación de ultrasonido.
La creación empieza con una intención y se vuelve forma, usando los tres poderes.
El resultado práctico de la alquimia interior es que nos enseña el arte de transformar la energía destructiva en constructiva: El odio o la rabia se convierten en amor. La sexualidad y la posesión se transforman en sensibilidad y libertad, el miedo en creatividad y alegría. De esta manera, la energía no sólo se conserva, sino que llega a grados vibratorios más elevados, fusionándose a un sistema que se prepara gradualmente para frecuencias cada vez más intensas.
Poseemos un cuerpo emocional de energía completamente ajeno al campo mental y veremos cual es su anatomía. ¿La del cuerpo mental? ¿De los campos energéticos, físicos y etéricos? ¿Cómo bajamos nuestro poder, nuestro discernimiento, nuestras fronteras? Traficamos, vendemos, negociamos nuestra energía creando híbridos y deformas sin saber como o porqué lo hicimos ¿Por qué?
La Alquimia Interior nos enseña como encajar cada parte en un cuadro central. ¿Cuál es la verdadera función de los chakras? ¿De los siete rayos? ¿De los siete cuerpos? ¿Cómo erradicar para siempre la rabia y el miedo a nivel medular? No es lo que aprendemos sino como lo aprendemos lo que afectará a nuestras vidas y como integramos este conocimiento a nuestras actividades diarias. Existen muchas técnicas que nos pueden servir en este camino, todo depende de la pureza y maestría de quién las utiliza. ¡Conócete a ti mismo! El estudio de la alquimia interior es el estudio de uno mismo. Aceptamos que dentro de nosotros hay una réplica del universo. Somos fuente de todos los universos. Estudiando nuestra anatomía, especialmente, los centros energéticos útiles, las fuerzas y circuitos, los campos vibratorios y el aparato transmisor y receptor, se vuelve a descubrir la interdimensionalidad, correspondencia e intercambio de lo manifestado. Existe una sola sustancia, una sola energía, una sola fuente. El hombre en su conexión con la divinidad está directamente ligado al espíritu y a la materia. Al primero sus facultades superiores y al segundo con su cuerpo físico.

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